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EL INFORMANTE

Se diluye el recuerdo de Colosio

Se diluye el recuerdo de Colosio

A 13 años del homicidio, se está borrando lo que restaba de la euforia poscolosista. Mientras algunos adultos se aferran a mantener presente la memoria del político sonorense, las nuevas generaciones desconocen quién fue Luis Donaldo

Desdeñados, en una estrecha calle sin salida del sur del Distrito Federal, están los vestigios de la memoria de Luis Donaldo Colosio.
A 13 años del homicidio, sólo las enormes letras de bronce en la fachada del edificio C, de la unidad habitacional marcada con el número 178 del callejón de Zapotes, resisten al olvido casi inexorable de quien fuera el "último mártir de México", como lo llama María Luz Gómez, una de 140 condóminos de este conjunto que lleva su nombre.
Pero muchos de sus colonos, los más jóvenes, ignoran quién fue Colosio.
Charlie y Arturo Armenta reaccionan con una mezcla de risas nerviosas e interrogantes a la pregunta ¿quién fue Colosio?: "¿El que mataron?", "¿fue presidente. o quería ser?", "sí, uno de bigote".
Los universitarios, de 24 y 19 años, respectivamente, explican que la política no les interesa mucho para justificar la falta de conocimiento sobre la vida, obra y muerte del sonorense.
Del fatídico 1994 sólo recuerdan al subcomandante Marcos. Y, cómo no, si durmió literalmente a espalda de sus viviendas, cuando estuvo en el DF, en el Zapatour de 2001, y pernoctó en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Ambos se cuentan entre los mexicanos de la generación poscolosista, a los que poco les dejó la parafernalia por el magnicidio de Lomas Taurinas.
Eso sí, "les late" que su unidad sea "la Colosio", porque al menos tiene identidad propia. A diferencia de los tres conjuntos de autoconstrucciones colindantes -las Zapote I, II y III- el suyo, escapó a su destino como Zapote IV.
Y aplauden a David Gómez, estudiante que está por terminar el bachillerato, porque pudo contestar que Colosio fue postulado por el PRI, que el homicida se llama Mario Aburto y que aún no se ha esclarecido la autoría intelectual del crimen.
Explican que pertenece a una familia politizada, ya que tanto su mamá, María Luz, y su padre, Luis Antonio, son actualmente delegados de la Convención Nacional Democrática.
Según el Conteo de Población 2005, del INEGI, la mitad de la población de México (50 millones 723 mil 754 personas) es menor de 24 años. Para la mayoría, el 23 de marzo carece de significado.
Karina, otra joven de 19 años que pasó de visita al conjunto, ni siquiera había escuchado nombrar a Colosio.
El político más famoso a su entender fue Benito Juárez y, obligada a responder sobre el México contemporáneo, alude al "que ganó la Presidencia. Sí, yo voté por él. uhmm ¿Calderón?". Para ellos, la memoria del político sonorense existe tanto "como la de la comandanta Ramona", compara el historiador Rafael Segovia.
"El legado de Colosio", explica el académico de El Colegio de México, "inicialmente fue deformado por un número reducido de seguidores que lo pensaron como el gran reformador", pero cuya trayectoria real nunca empató con ese ideal.
"No fue un hombre de carrera conocida, sino hasta que se convirtió en candidato a la Presidencia, y no llegó a serlo. No debe sorprender que no exista en el imaginario de los jóvenes."
Ambos personajes, insiste, aparecieron ante sus ojos a lo más en un par de líneas de los libros de texto.
Memoria de su nombre
En los años posteriores a su asesinato, la memoria de Luis Donaldo Colosio se mantuvo en pie a golpe de inauguraciones al vapor.
Hay un busto suyo en la entrada de Polanco y al menos 50 calles en la zona conurbada del Valle de México llevan su nombre, como ocurrió también con decenas de bulevares y avenidas en Guadalajara, Monterrey y Sonora, por citar algunos estados.
También está el registro de escuelas -el mayor número en el DF, Sonora y Baja California donde murió-, centros de salud, fundaciones y hasta un auditorio del antiguo Teatro de Donceles, recinto oficial de la Asamblea Legislativa.
En el Distrito Federal hay una colonia llamada Luis Donaldo Colosio, a un costado del Barrio Alto de Cuautepec, en la delegación Gustavo A. Madero, y otras cuatro fueron bautizadas o rebautizadas en su honor en el estado de México. En honor de Carlos Salinas de Gortari sólo hay tres y justo en las zonas donde surgió Solidaridad, su programa de asistencia social. Zedillo, sucesor de Colosio en la candidatura priísta, llegó a Presidente pero no le bastó para que una colonia entera en la capital llevara su nombre. Suyas existen sólo un par de avenidas del valle de México.
En la capital del país, justo detrás de la ENAH, en Cuicuilco, fue inaugurada, también al calor de la euforia poscolosista, la única unidad habitacional que lleva su nombre. El 25 de abril de 1995 -13 meses después del magnicidio-, Luis Colosio Fernández cortó el listón del predio y puso fin a la espera de casi cuatro años de los 140 propietarios que pagaron 13 millones de viejos pesos a un líder del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, Carlos Omaña. No recibieron escrituras a cambio, porque poco después de habitar sus viviendas de 49 metros cuadrados, descubrieron que aunque su conjunto no era de autoconstrucción como los Zapotes I, II, y III, el Colosio era, al igual que los vecinos, producto de una invasión. El estacionamiento resultó ser zona arqueológica federal, propiedad del ENAH, y los cinco edificios de la unidad se escrituraron sobre un terreno aledaño. Las mujeres del recién nacido conjunto se organizaron y enviaron una carta de apoyo a su padrino de bautismo: don Luis Colosio Fernández. La respuesta fue un soplo de realidad. No pesó el apellido del sonorense, por lo que las soluciones llegaron a través de René Bejarano, líder de organizaciones vecinales desde los temblores de 1985.
Pero no fue sino hasta hace sólo dos años, que la naturaleza borró lo que restaba de la euforia poscolosista. La fotografía en blanco y negro del sonorense que montaron los vecinos, dentro de una caja de cristal sobre un pedestal blanco a un costado del conjunto no aguantó el sol ni el agua. Y las letras de la placa donde se presume que bajo el gobierno de Zedillo y con la presencia de Luis Colosio Fernández fue inaugurado el conjunto son ilegibles.
El tiro de gracia para sepultar la memoria de Colosio en ese callejón rodeado de piedras volcánicas, lo dio el administrador de la unidad, José Luis Freyre. Promovió un cambio de identidad: tanto las farolas que alumbran los andadores de la vivienda, como la papelería para registrar las entradas y salidas del conjunto, ostentan ahora el nombre de unidad habitacional Ollín Yoliztli.
Pero en Lomas Taurinas, Tijuana, queda un busto...

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